Conversamos con Àngels Teixidor, directora de Fundació Les Vetes en Girona. En el proceso final de vida hay que cuidar muchísimo el confort físico, psíquico, emocional, social y espiritual de la persona. El morir en paz y acompañado es un momento precioso.
¿A qué te dedicas profesionalmente?
Llevo la dirección de la Fundación Les Vetes en Salt (Girona), una entidad sin ánimo de lucro que ofrece servicios de atención integral a personas mayores con dependencia. Gestionamos un servicio de residencia asistida, centro de día, servicio de préstamo de material ortopédico y servicio de ayuda a domicilio.
¿Cuáles son los dos retos profesionales más importantes que tienes en estos momentos?
El poder mejorar la formación y el manejo de los cuidados del residente, a través de la creación de un centro propio de formación basado en la ética, la profesionalidad y la humanización del cuidado.
Y ligado a esa mejora de formación y manejo del residente, el poder mejorar también las condiciones laborales de los trabajadores de la Fundación Les Vetes, tanto los profesionales de atención directa como los de atención indirecta, porque todo es una cadena.
Profesionalmente hablando, ¿cuál es tu peor recuerdo?
No sé si es el peor recuerdo profesional, pero sí uno de los más duros que he tenido que afrontar sobre todo por la carga emocional que supuso (miedo, incertidumbre, soledad, responsabilidad etc…) Me refiero a la gestión del brote COVID dentro de la residencia en plena pandemia.
Tenía miedo a lo que podía pasar en el centro y también de lo que me podía ocurrir a mi (soy enferma oncológica) pero no me podía permitir demostrarlo, ni con los residentes, ni con las familia ni mucho menos con mis trabajadoras. Ahí estuve haciendo de todo igual que el resto de trabajadoras. Fuimos un equipo de verdad, el mejor. En esa época hubiéramos ganado la Champions, pero de largo! Así que si me preguntas si fue el peor recuerdo, pues sí, pero también el que nos hizo crecer como equipo, del que estoy inmensamente orgullosa y agradecida a pesar de todos los pesares.
¿Y el mejor recuerdo profesional?
El agradecimiento de familiares que han tenido a alguien ingresado en el centro y que, a pesar de los años y del fallecimiento de esa persona, siguen viniendo al centro a visitarnos, a traernos algún detalle, nos envían mails, comparten información de nuestro centro en sus redes sociales o llaman para felicitarnos las fiestas… igual pasa con trabajadoras que ya se jubilaron o que se marcharon a otra empresa y siguen manteniendo el vínculo con la Fundación Les Vetes, participando de las actividades, celebraciones y fiestas que se hacen en el centro, asistiendo como voluntarias para cualquier evento… eso da mucho que pensar y al final deduces que tampoco eres tan mala y que no lo debo de hacer del todo mal! Es un sensación bonita y agradable.
A mi, en verdad, lo que me llena es poder ayudar y acompañar a las personas en su transitar por la vida y eso intento, tanto con los trabajadores, como con las familias como con los residentes.
En el proceso final de vida de las personas, ¿qué te parece más importante?
Este es un proceso muy importante y que muy a menudo cuesta hacerle frente por el tabú a la muerte que conlleva. Los centros residenciales son un espacio idóneo donde se pueden trabajar muchos aspectos para que cuando se presente el momento, sea más fácil para todos.
Hay que velar por las necesidades de la persona, sin olvidar tampoco las de las familias ya que el funcionamiento es sistémico. Lo que le pasa a un miembro de una familia tiene un efecto sobre el resto y hay que afrontarlo conjuntamente.
El equipo, con delicadeza y mano izquierda, debe ir tratando el tema, tanto con el propio residente (si es posible), como con los familiares. Conocer cuales son sus necesidades, también las espirituales, si están asustados, esperanzados, en quién se apoyan, qué o quién les sustenta etc. Es vital el acompañamiento a la persona, a sus familiares pero también al equipo. Saber escuchar sin juzgar, aprender a respetar el tiempo, los silencios, facilitar que las personas expresen libremente sus emociones sin contenerlas sino acogiéndolas.
En resumen, cuidar muchísimo el confort físico, psíquico, emocional, social y espiritual de la persona.
El morir en paz y acompañado es un momento precioso. ¡Se cierra la rueda de la vida! Recuerdo perfectamente una señora que murió en su habitación rodeada de hijos, nietos, bisnietos y hasta un perro (como miembro más de la familia) y que juntos le cantaban una canción de cuna, la misma que ella les cantaba a sus hijos para que se durmieran cuando eran pequeños. Eso, para mí, es el buen morir.
Estar al lado de las personas que sufren o mueren, ¿qué aporta (a los pacientes y a sus familiares)?
Sentirse acompañado y cuidado en momentos de sufrimiento, no solo es placentero sino que es fuente de energía y fuerza para afrontar lo que tanga que ocurrir. Desde mi punto de vista, empodera y da paz
Cuando ya no podemos curar, tenemos otra misión igual de importante: la de cuidar. El cuidar del otro es lo que nos humaniza, lleva implícito el amor, la bondad, la solidaridad y la compasión hacia el otro y eso es algo muy grande. Como decía San Camilo, nos hace falta: “más corazón en las manos”.
¿Cómo afrontas la muerte?
Con serenidad, con tranquilidad. Soy una persona con fuertes convicciones religiosas y sé que el cuándo, el cómo o el dónde no lo controlo yo, así que por ¿qué preocuparme? A mi lo que me preocupa es que quién me tenga que cuidar, si llegase el momento, lo hiciera con amor y compasión. Confío a ciegas con los equipos de curas paliativas.
¿Nos puedes recomendar un libro?
Ui! Esto sí que es difícil. Para gustos colores! Depende del momento vital o profesional en que me encuentro prefiero leer un género u otro. A mi me entusiasman las novelas históricas y dramáticas, pero también leo novela negra, policíaca. Leo mucho. Es una válvula de escape! Me gustó mucho, en su día Ken Follet, con la triología Las tinieblas y el alba, Los pilares de la tierra i Un mundo sin fin o tambien Noah Gordon con la triología El medico, Chamán y La Doctora Cole.
¿Música y película favorita?
No soy de mucha pantalla, prefiero la música y la música, a igual que los libros, depende de cómo me sienta, me apetece escuchar un tipo de música u otro. Tanto me puedes encontrar escuchando opera, como rock, pop, punk, sardanes, cantautores… casi de todo menos música electrónica ni reggaeton, con eso sí que no puedo.
Me gusta mucho Bruce Springsteen y U2, también clásicos como Bach, Chopin y Bethoven y cantautores como Raimon, Roger Mas, Pau Alabajos i Lluís Llach. En su día escuché muchísimo a Pink Floyd, Sex Pistols, The Doors, Janis Joplin, The Velvet Underground, Jimi Hendrix… y de la escena española Barricada, Burning, Extromoduro, Celtas Cortos…