Laura Morro, trabajadora social sanitaria y Jefa de la Unidad de Trabajo Social del PSMAR. El trabajo social es desde donde se puede desarrollar técnicas efectivas para lograr el desarrollo de las personas y fomentar los cambios sociales necesarios para conseguir un mayor bienestar.
Resumidamente, ¿cuáles son tus funciones? ¿Cómo es tu día a día?
Las trabajadoras sociales que trabajamos en el ámbito de la salud tenemos como misión minimizar el impacto de las enfermedades en la ciudadanía, aportando la narrativa social a los equipos asistenciales, siendo garantes de la continuidad asistencial. Desde hace unos años, soy la Jefa de la unidad de trabajo social del PSMAR (Parc Salut Mar), liderando a 42 trabajadoras sociales sanitarias de los diferentes centros asistenciales de la institución (Hospital del Mar, Hospital de l’Esperança, Centro Fórum e INAD), mi principal función es la coordinación de todas las profesionales del trabajo social con los equipos asistenciales, así como velar por la continuidad asistencial de las personas a las que atendemos en nuestros centros sanitarios.
¿Cómo acompañas a las familias en tu lugar de trabajo?
Una parte muy importante de nuestro trabajo diario es acompañar al usuario y a su familia en los procesos de enfermedad, proporcionando espacios de calidad en la atención, generando vínculos, entendidos estos como relaciones de confianza, necesarios para el abordaje integral de la salud. Atendemos a las personas en momentos de una alta vulnerabilidad personal, por lo que nuestra labor es ofrecer acompañamiento, orientación y gestión de la acción social durante los procesos de enfermedad.
¿Qué dificultades puedes encontrarte en tu día a día?
Las crisis socioeconómicas que vivimos desde el 2008 han empobrecido a muchos núcleos de población, con pérdidas de derechos en los ámbitos de mayor vulnerabilidad, por lo que cada vez atendemos a personas más frágiles socialmente, con un grave peligro de exclusión social. Necesitamos una mayor inversión en las políticas de bienestar social, para revertir estas crisis, acentuadas por la pandemia. La pérdida de soporte social, familiar o comunitario hace que las familias cada vez pueden afrontar con menos recursos las problemáticas ligadas a las pérdidas de salud, por lo que desde las unidades de trabajo social sanitario cada vez tenemos situaciones más complejas que tratar.
¿Cómo crees que se ve tu labor desde fuera?
En los últimos años hay una mayor visibilización por parte de la ciudadanía de la labor que desempeñamos, cada día nos conocen y reconocen más, aunque queda mucha labor por hacer. En cuanto a los equipos, creo que somos reconocidas profesionalmente, aunque a nivel institucional nos falta el reconocimiento como profesión sanitaria, por lo que, a través de los colegios profesionales, asociaciones y sindicatos estamos luchando por ello.
¿Qué te impulsó a trabajar en el sector?
Siempre me he sentido muy cercana a los movimientos de ayuda social, provengo de una familia que no tuvo las cosas fáciles, mi madre luchó mucho para sacarnos adelante a mi hermana y a mi, por lo que siempre he puesto en valor las relaciones de ayuda y soporte. Inicié estudios de derecho, con la expectativa de contribuir al cambio social desde esa disciplina, pero pronto me di cuenta que era desde el trabajo social desde donde podía desarrollar técnicas efectivas para lograr el desarrollo de las personas y fomentar los cambios sociales necesarios para conseguir un mayor bienestar. Mis inicios fueron en el ámbito de la psiquiatría, donde aprendí de grandes maestras de la profesión, que me enseñaron a amar y respetar el trabajo social.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Lo que más valoro son las relaciones con las personas, el espacio de complicidad y confianza que se establece a partir del cual podemos trabajar de manera conjunta cambios en las situaciones de malestar.
¿Cómo afrontas la muerte?
La vivo como algo natural, el trabajar en el ámbito sanitario te acerca inevitablemente a ella, pero no por eso hay que olvidar el dolor que supone en las familias, el sentimiento de pérdida y de vacío, naturalizar la muerte significa empatizar con los sentimientos y el duelo familiar, por lo que todos los profesionales del ámbito de la salud tenemos que estar formados en estos procesos.
¿Ha cambiado tu forma de vivir la vida y la muerte desde que trabajas como trabajadora social?
Como al resto de mis compañeras, creo que el hecho de vivir una tragedia como la pandemia del COVID en primera línea me ha transformado, tanto a nivel profesional como personal, valorando los pequeños momentos de felicidad día a día.
¿Cuál es la clave para no llevarte el trabajo a casa? (Que no te afecte en tu vida personal)
Es inevitable que lo que sucede en tu mundo profesional afecte al personal, todo está interrelacionado, pero es cierto que la formación y la experiencia ayuda a separar ambos mundos y poder evolucionar positivamente. Mi meta no es separa ambos mundos, sino que se complementen y se enriquezcan ambos de las experiencias compartidas.
¿Alguna anécdota/recuerdo que quieras compartir?
¡Son muchas y muy variadas! Trabajamos con personas en momentos de mucha fragilidad emocional, y creo que recuerdo pequeños momentos con cada una de ellas, son fragmentos de historias, emociones, gestos que hacen que cada persona con la que tratamos nos reporte recuerdos inolvidables que construyen una memoria profesional y personal extraordinaria.