Por epitafio conocemos la dedicatoria que aparece en una lápida, para honrar al difunto, que se encuentra inscrita sobre su tumba. Para su trámite se puede contactar directamente con la funeraria encargada del sepelio.
Qué es un epitafio y qué trámites conlleva
Cuando nos preguntamos qué es un epitafio y qué trámites conlleva, tenemos que saber que por epitafio conocemos la dedicatoria que se inscribe en una lápida o placa sobre una tumba, para honrar al fallecido y su vida u obra. Se trata de una especie de “huella”. Un recuerdo y homenaje imperecedero.
Así, con el epitafio, se pretende recoger la personalidad y la trayectoria personal o profesional del difunto.
Epitafio
Cuando visitamos un cementerio podemos observar cómo algunas lápidas tienen grabadas algunas palabras dedicadas a honrar la memoria, vida y/o obra del fallecido. Esas dedicatorias responden al nombre de epitafios.
El chorro de arena y el láser resultan ser dos de las técnicas más empleados en el momento de redactar epitafios sobre lápidas.
En ocasiones, el epitafio está dictado por la persona fallecida antes de morir y se presenta como una de sus últimas voluntades. De hecho, hay veces que incluso acompaña a la esquela del periódico.
Pero también puede suceder que en casos como los de fallecimientos no esperados, las familias puedan querer homenajear con un epitafio al difunto de manera imperecedera.
En cualquier caso, se trata de una tradición muy arraigada en nuestra sociedad.
Orígenes del epitafio
Como veremos, los orígenes de los epitafios se remontan a hace miles de años.
Si nos circunscribimos al campo etimológico, el término epitafio proviene del latín tardío ‘epitaphĭum’ -que significa ‘oración fúnebre’- y éste a su vez del griego ‘epitáphios’ (o lo que es lo mismo, ‘al pie de la tumba’).
Los epitafios están entre nosotros desde hace muchos siglos. En las civilizaciones antiguas cobraban la forma de una inscripción que recogía una oración dedicada alguna deidad para que protegiera al fallecido en el otro mundo.
Con este motivo, ya en el antiguo Egipto se utilizaban en las tumbas de los muertos como parte del ritual funerario y para guiar a la persona muerta en la otra vida.
Con el paso del tiempo, y el auge del cristianismo tras la caída del Imperio Romano, las frases de los epitafios empezaron a tener una connotación más religiosa. Se trataba de oraciones que buscaban salvar el alma del fallecido.
El epitafio en su caracterización más actual tiene su origen en el siglo XVIII, momento en el que se dotó a éste de un espíritu más intelectual y menos religioso.
Trámites para un epitafio
Aunque se puede contactar con algún fabricante de lápidas para que acometa el encargo de realizar el epitafio, el trámite más habitual es el de solicitarlo directamente a la funeraria con la que se lleve a cabo el sepelio, como encargada de reunir todos los servicios relativos al entierro o la incineración.