Audir y Mémora colaboran en la elaboración de Duellum, la guía de celebraciones funerarias en las distintas confesiones. Cada vez más personas se consideran ateas o no creyentes en España así que conocemos cómo son los funerales laicos.
Según los últimos datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), aproximadamente el 39% de la población en España se considera atea o no creyente. Esta cifra representa un máximo histórico y muestra un aumento significativo en comparación con años anteriores.
Este cambio en las creencias religiosas también se refleja en las generaciones más jóvenes. En el grupo de edad de 18 a 34 años, el 60% se declara no religioso, mientras que solo un 30% se identifica como católico. Esta tendencia sugiere que la irreligiosidad podría seguir aumentando en el futuro próximo. Así se constata en las cada vez más frecuentes ceremonias laicas. Por ejemplo, según datos de Mémora, en 2023, el 20% de los funerales fueron de carácter laico.
Nuestra sociedad es mayoritariamente católica, por lo que los funerales siempre han estado orientados desde esta perspectiva religiosa. Sin embargo, gracias al progreso de las últimas décadas, los individuos tienen la libertad de escoger sus propias convicciones. En el caso del ateísmo, el componente principal es que la persona no posee creencias religiosas.
Por este motivo, en las ceremonias de despedida, lo fundamental es que no haya elementos de carácter confesional. “Nuestra visión de la vida y de la muerte no va ligada a un dogma; adoptamos nuestras convicciones libremente. Por este motivo, los funerales han de orientarse de forma personal, siguiendo lo expresado por la persona antes de fallecer”, explica Joan Carles Marset, socio deAte us de Catalunya.
Actualmente, la sociedad comienza a reconocer la pluralidad de convicciones de los ciudadanos. Todos podemos vivir, tanto en la esfera privada, como en la pública, siguiendo nuestras convicciones con libertad y naturalidad. Un progreso demostrado en el hecho de que la mayoría de tanatorios y cementerios permiten celebrar ceremonias ateas hoy.
Un funeral laico: despedida sin simbología religiosa
El diseño de las ceremonias de despedida en el ateísmo no difiere substancialmente de otras, salvo en la ausencia de símbolos religiosos. La voluntad es similar: acoger a los familiares, amigos y conocidos, ante la persona que ha fallecido, en un momento muy triste. El objetivo es despedir al difunto, desde el respeto, y con una ceremonia entrañable, en la que los asistentes guarden un buen recuerdo, que haga justicia a la memoria de la persona.
La diferencia respecto a los funerales religiosos reside en que se tratan de ceremonias personales, en las que cada uno puede decidir cómo quiere que sea su final. Una voluntad que ha de ser respetada por la familia. Por eso, en las despedidas se trata de mostrar que la persona, a pesar de ser atea, vivía. En este sentido, no son extraños los homenajes a sus convicciones, así como la reivindicación de aquellos elementos relevantes para el difunto. Desde canciones, poemas, hasta simbología.
En el ateísmo la muerte es el final, no hay un más allá
Para las personas ateas, la vida es un proceso biológico, que comienza en el nacimiento y termina con la muerte. Precisamente, en el ateísmo, la muerte es consustancial a la vida, así como un hecho propio de la naturaleza. En definitiva, solo los seres vivos pueden morir. Cabe destacar que religiones, como la católica, no conciben la muerte como el final, sino que hay un más allá. En este sentido, el ateísmo difiere: la muerte es el final. Solo quedarán las obras, los hijos o los recuerdos que tengan los demás sobre el difunto. En este pilar se fundamenta la ética atea.
“Lo que quieras hacer, hazlo durante la vida, porque después no podrás hacerlo. No habrá otra oportunidad. Por este motivo, para nosotros, ahora es el momento de actuar con coherencia, honestidad y ayudando a los demás”, concluye Joan Carles Marset.